Comentario
De la fertilidad de la tierra de los llanos, y de las muchas frutas y raíces que hay en ellos, y la orden tan buena con que riegan los campos
Pues ya he contado lo más brevemente que he podido algunas cosas convenientes a nuestro propósito, será bien volver a tratar de los valles, contando cada uno por sí particularmente, como se ha hecho de los pueblos y provincias de la serranía, aunque primero daré alguna razón de las frutas y mantenimientos y asequias que hay en ellos. Lo cual hecho, proseguiré con lo que falta. Digo, pues, que toda la tierra de los valles adonde no llega la arena, hasta donde toman las arboledas dellos, es una de las más fértiles tierras y abundantes del mundo, y la más gruesa para sembrar todo lo que quisieren, y adonde con poco trabajo se puede cultivar y aderezar. Ya he dicho cómo no llueve en ellos y cómo el agua que tienen es de riego de los ríos que abajan de las sierras, hasta ir a dar a la mar del Sur. Por estos valles siembran los indios el maíz, y lo cogen en el año dos veces, y se da en abundancia; y en algunas partes ponen raíces de yuca, que son provechosas para hacer pan y brebaje a falta de maíz, y críanse muchas batatas dulces, que el sabor dellas es casi como de castañas; y asimismo hay algunas papas y muchos frisoles, y otras raíces gustosas. Por todos los valles destos llanos hay también una de las singulares frutas que yo he visto, a la cual llaman pepinos, de muy buen sabor y muy olorosos algunos dellos. Nacen asimismo gran cantidad de árboles de guayabas, y de muchas guabas y paltas, que son a manera de peras, guanabanas y caimitos, y pifias de las de aquellas partes. Por las casas de los indios se ven muchos perros diferentes de la casta de España, del tamaño de gozques, a quien llaman chonos. Crían también muchos patos, y en la espesura de los valles hay algarrobas algo largas y angostas, no tan gordas como vainas de habas. En algunas partes hacen pan destas algarrobas, y lo tienen por bueno. Usan mucho de secar las frutas y raíces que son aparejadas para ello, como nosotros hacemos los higos, pasas y otras frutas. Agora en este tiempo, por muchos destos valles hay grandes viñas, de donde cogen muchas uvas. Hasta agora no se ha hecho vino, y por eso no se puede certificar qué tal será; presúmese que, por ser de regadío, será flaco. También hay grandes higuerales y muchos granados, y en algunas partes se dan ya membrillos. Pero ¿para qué voy contando esto, pues se cree y tiene por cierto que se darán todas las frutas que de España sembraron? Trigo se coge tanto como saben los que lo han visto, y es cosa hermosa de ver campos llenos de sementeras por tierra estéril de agua natural y que estén tan frescos y viciosos que parecen matas de albahaca. La cebada se da como el trigo; limones, limas, naranjas, cidras, toronjas, todo lo hay mucho y muy bueno, y grandes platanales. Sin lo dicho, hay por todos estos valles otras frutas muchas y sabrosas que no digo, porque me parece que basta haber contado las principales. Y como los ríos abajan de la sierra por estos llanos, y algunos de los valles son anchos, y todos se siembran o solían sembrarse cuando estaban más poblados, sacaban acequias en cabos y por partes, que es cosa extraña afirmarlo, porque las echaban por lugares altos y bajos, y por laderas de los cabezos y haldas de sierras que están en los valles, y por ellos mismos atraviesan muchas, unas por una parte y otras por otra, que es gran delectación caminar por aquellos valles, porque parece que se anda entre huertas y florestas llenas de frescuras. Tenían los indios, y aun tienen, muy gran cuenta en esto de sacar el agua y echarla por estas acequias; y algunas veces me ha acaecido a mí para junto a una acequia, y sin haber acabado de poner la tienda, estar el acequia seca y haber echado el agua por otra parte. Porque, como los ríos no se sequen, es en mano destos indios echar el agua por los lugares que quiere. Y están siempre estas acequias muy verdes, y hay en ellas mucha hierba de grama para los caballos, y por los árboles y florestas andan muchos pájaros de diversas maneras, y gran cantidad de palomas, tórtolas, pavas, faisanes y algunas perdices y muchos venados. Cosa mala, ni serpientes, culebras, lobos, no los hay; y lo que más se ve es algunas raposas, tan engañosas, que aunque hayan gran cuidado en guardar las cosas, adondequiera que se aposenten españoles o indios han de hurtar, y cuando no hayan qué, se llevan los látigos de las cinchas de los caballos o las riendas de los frenos. En muchas partes destos valles hay gran cantidad de cañaverales de cañas dulces, que es causa que en algunos lugares se hacen azúcares y otras frutas con su miel. Todos estos indios yungas son grandes trabajadores, y cuando llevan cargas encima de sus hombros se desnudan en carnes, sin dejar en sus cuerpos si no es una pequeña manta del largor de un palmo y de menos anchor, con que cubren sus vergüenzas, y ceñidas sus mantas a los cuerpos, van corriendo con las cargas. Y volviendo al riego de estos indios, como en él tenían tanta orden para regar sus campos, la tenían mayor y tienen en sembrarlos con muy gran concierto. Y dejado esto, diré el camino que hay de la ciudad de San Miguel hasta la de Trujillo.